Había una vez un hombre que caminaba ensimismado por la calle cuando de repente, entre sus flujos de pensamientos y reflexiones, se dio cuenta de que le había pegado una patada a algo más pesado que una lata de coca-cola, sin salir de su ensimismamiento llegó a la conclusión de que aquel objeto era mucho más pesado... Al despertar de sus pensamientos le siguió una grata sorpresa:
¡le había pegado una patada a una lámpara maravillosa!
Apresuróse a limpiarla, mimarla y frotarla... precipitándose sobre él un enorme Genio;
-. Soy el genio de la lámpara y te concedo un deseo!!.
-. Un deseo?? dijo el hombre pensante; Siempre concedéis tres?
-. Sí, pero está la cosa muy mala, y no tenemos presupuesto para más. Dijo el Genio enfadado.
-. Pues muy bien, déjame pensar... ummm, deseo... deseo... Salud, no ponerme nunca enfermo. Sí, creo que es lo más importante. Deseo Salud, no ponerme enfermo jamás!.
-. Muy bien, dijo el Genio... Concedido!!:
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