Recordando las conversaciones que mantenía con mi abuelo durante nuestras largas caminatas hasta el anochecer, recordé un juego al que solíamos jugar:
jugábamos a imaginar.
-. Abuelo, ¿te imaginas que cerramos los ojos fuerte, fuerte, durante 5 minutos y al abrirlos estamos en Egipto?
(En ese momento cerraba mis ojos con todas mis fuerzas y me concentraba en las Pirámides)
-. Sí, podemos intentarlo. Cerramos los ojos a la de tres y nos concentramos.
-. Vale Abuelo. (yo sabía que mi abuelo los mantenía abiertos, para cuidarme y describirme el paisaje egipcio)
-. Una, dos y…
jugábamos a imaginar.
-. Abuelo, ¿te imaginas que cerramos los ojos fuerte, fuerte, durante 5 minutos y al abrirlos estamos en Egipto?
(En ese momento cerraba mis ojos con todas mis fuerzas y me concentraba en las Pirámides)
-. Vale Abuelo. (yo sabía que mi abuelo los mantenía abiertos, para cuidarme y describirme el paisaje egipcio)
-. Una, dos y…
¿Juegas?
iMagina...
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