Vivimos en el egocentrismo particular, en el individualismo generalizado. Donde apenas escuchamos y no por que no nos importe, sino porque vivimos ensimismados, de forma introvertida en un universo creado por nuestros sentidos, nuestros intereses, y nuestro ecosistema digital. Algo natural ahora en esta época. A lo cual, también se le puede sacar partido.
Pero no atrofiemos una habilidad fundamental y directiva: La Escucha.
Por lo general, una persona escucha un promedio
de 500 palabras por minuto pero habla en una proporción de sólo 125 a 250 por minuto, la mente del oyente
puede vagar hacia otras cosas la mitad del tiempo. Por lo
tanto, ser un buen oyente no es ni fácil ni automático.
Requiere del desarrollo de la habilidad de oír y entender el mensaje enviado por otra persona, y al mismo
tiempo ayuda a fortalecer la relación entre las partes que
interactúan.
La escucha, una habilidad a desarrollar. ¿Cómo podemos ser buenos oyentes?: Buscando, indagando, curioseando:
Busca una respuesta indagatoria y para ello: realiza una pregunta acerca
de lo que la otra persona acaba de decir, o acerca de algún tema común. Pero sobre todo, suscita inquietudes, curiosidad, lo cual, entraña reflexión, emoción y motivación.
La otra persona se sentirá escuchada, tú aprenderás de ella, de la sociedad y dirigirás, liderarás en un mundo de sordos.
¿Cómo era aquello del mundo de los ciegos?
iMagina...
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