Ahora también podremos escucharlo!
En Cuaderno siempre estamos pensando en ti...
Comenzamos esta innovación con nuestro cuento, casi fundacional!, pero sí inspirador de nuestro misión!
Esperamos comentarios, mejoras, curiosidades y anécdotas!!
Un saludo y Feliz Verano!!
Post hoc, ergo propter hoc…
(Después de, por lo tanto causado por…)
Según un antiguo proverbio egipcio:
“el hombre teme al tiempo, pero el tiempo teme a las
pirámides.”
Cuando era pequeño pasaba la mayor parte del
tiempo con mi abuelo, porque mi padre trabajaba todo el día. Se pasaba incluso
varios días sin aparecer por casa. Mi madre siempre me decía que había que
pagar nuestra casa, el coche, la comida, etc... Por eso mi madre me dejaba cada
mañana en casa de mi abuelo.
Me encantaba estar con mi abuelo, siempre me
hablaba de la cultura egipcia, ¡tenía el salón lleno de objetos egipcios!. Mi
objeto preferido era un pisapapeles en forma de pirámide; y recuerdo que me
decía: ¿Ves esa pirámide de ahí? Pues no
es un pisapapeles cualquiera, suelo dejar los documentos más importantes bajo
su protección, porque ¿sabes una cosa? La gran Pirámide encierra, oculta y
protege un gran secreto.
Siempre me intrigó saber qué gran secreto
habría debajo de la Gran
Pirámide de Gizah; pero lo que más me emocionaba y me hacía
temblar era pensar que, como siempre me repetía mi abuelo, su secreto está en
mí.
Me apasionaba la cultura egipcia, así que mi
abuelo me llevó a Egipto para conocerla; todo era enorme: magníficos Templos,
Palacios, Tumbas, Pirámides. Me encantaban las Pirámides, me pasaba horas y
horas contemplándolas con mi abuelo; allí, desde la lejanía divisábamos
atardeceres, veíamos como el sol se perdía en la inmensidad del horizonte
dejando esas bellas estructuras bajo el escrutinio de miles y millones de
dioses que marcaban sobre ellas los avatares del tiempo… ¿Qué habría pasado
allí?; ¿Quién construyó aquellos monumentos tan perfectos en una época tan
escasa de medios?; ¿Cuál sería ese gran secreto que tendría que desvelar?...
supongo que como dijo Napoleón Bonaparte: “Aunque os lo contara, no lo
creeríais”.
Durante toda mi vida me obsesioné con
encontrar la verdad; quería averiguar quién las construyó; quería aprender de
aquello y configuré mi vida para tal fin. Me licencié y doctoré en Arquitectura
moderna, hice investigaciones sobre cómo aplicar nuestros conocimientos para
construir monumentos antiguos, para construir las Pirámides, pero no pude
igualar aquella perfección. Tal era mi obstinación que fui objeto de burlas
quijotescas en la comunidad arquitectónica, en los clubes sociales que
frecuentaba, ni siquiera mis conferencias suscitaban el interés esperado. Me
quedé solo. Mis amigos dejaron de confiar en mí, me decían que estaba acabado
como arquitecto, que debería de cambiar de aires, dedicarme a otra cosa…; pero
yo estaba convencido que podía solucionar muchos problemas arquitectónicos
modernos, que podría cambiar la realidad y hacer la vida mucho más fácil,
construir viviendas más baratas e incluso, construir las viviendas mucho más
rápido y así de alguna forma, los padres, no tendríamos que dedicar tanto
tiempo a trabajar y podríamos disfrutar más de nuestros bebés…; pero, para ello
necesitaba encontrar la fórmula adecuada, hacerme con los conocimientos
antiguos y aplicarlos, saber quién, cómo, cuándo y por qué construyeron las
pirámides.
Me pasé años y años de mi vida estudiando
aquella cultura ya desaparecida, me obcequé en conseguirlo y recordando a mis
amigos decidí cambiar de aires. Empecé a verlo desde otra perspectiva, ¿qué
mejor forma de saber quién y cómo se construyeron las pirámides que averiguarlo
por mí mismo?; y eso hice.
Empecé a estudiar física-quántica. Por aquél
entonces ya se había conseguido que un láser llegara a su destino antes de
haberlo lanzado. Me aceptaron en la comunidad científica por mis teorías sobre
la estructura causal del espacio-tiempo. Gané mucho prestigio, me llamaban de
muchas universidades para dar conferencias y conseguí muchos patrocinadores que
no dudaban en aumentar la financiación de mis investigaciones. Y como todo en
la vida… llegó el momento, construí una Máquina del Tiempo y sin dudarlo puse
rumbo a Egipto.
Egipto 7000 BP.
Salté en el tiempo hacia el año 7000 antes de
nuestra era, hacia la fecha donde según la historia se empezó a construir la Gran Pirámide de Keops;
empero lo que sabemos con seguridad a veces no es así… ¡Quedé decepcionado!.
Allí no había nada, absolutamente nada. Ningún vestigio de civilización,
ninguna pequeña estructura que demarcase una futura construcción. Nada. Visité
Menfis, antigua ciudad egipcia y si bien existía tal ciudad, no había
movimientos sociales que suscitaran una próxima empresa de tan colosales
dimensiones.
Dejé mi decepción a un lado, y seguí
adelante, tomé la determinación que te da la experiencia y el entusiasmo de
conseguir tus sueños; así que me puse un
nombre griego Queope y construí la Gran Pirámide bajo la protección del Faraón
Khufu.
Como decía un viejo amigo: “somos cautivos del tiempo y
rehenes de la eternidad”; ¿por qué no hacer algo para cambiarlo?; ¿por qué no
alcanzar mis sueños?...
Genial!
ResponderEliminarMuchas Gracias Silvia! Nos alegramos de que te guste! Bienvenida!!
EliminarQue historia tan conmovedora y llena de verdad.La "verdad" que si buscamos un ratito, nos daremos cuenta que está muy cerca, apenas a unos centímetros de nosotros.Gracias por compartir tan bella y real historia.Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas Gracias lanuckas! Nos alegramos que te haya gustado y que saques tan cercana interpretación!! La verdad es que podemos cambiar las cosas, hay que proponérselo, luchar por aquello en lo que se cree y liderar el cambio, construir nuestros sueños!. Un Abrazo y bienvenida!
ResponderEliminarMuy buena historia.
ResponderEliminarMuchas Gracias Alíah! Bienvenida!
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